Se trata de un sistema de terapia manual suave pero a la vez profundo que fue desarrollado por el osteópata estadounidense Dr. William G. Sutherland.
Sutherland postulaba que en el interior del cráneo existe un ritmo respiratorio que consiste en unas suaves pulsaciones de aproximadamente 6 a 12 ciclos por minuto, producido por la fluctuación del líquido céfalo raquídeo (L.C.R.). Este líquido circula por la membrana dural rodeando los huesos craneales, envolviendo al cerebro, médula espinal y todos los nervios raquídeos, expandiéndose así por todo el organismo. El recorrido de este líquido lo hace bajando desde el cráneo por la médula espinal hasta el sacro y viceversa, hasta nuevamente llegar al cráneo. Es por esta razón por la que los huesos craneales y sacro entre otros, tienen movimiento propio permitiendo un movimiento de expansión y contracción, afectando a órganos y tejidos corporales.
Se trabaja sobre el sistema cráneo-sacro con el fin de tratar posibles disfunciones sensitivas, motoras o neurológicas.
La Terapia Craneosacral se utiliza para tratar muchos problemas de salud como dolores de cabeza, dolor de cuello y espalda, problemas de la mandíbula (ATM), escoliosis…
Las tensiones a nivel del cráneo nos generan muchas lesiones imperceptibles a nivel médico pero que afectan a muchas estructuras viscerales y del aparato locomotor y tratándolas podemos liberarlas.
Aparte, este tratamiento no sólo actúa a nivel físico, también restablece la salud a nivel emocional, actúa sobre el sistema nervioso central y periférico y sobre el sistema hormonal, ya que uno de los huesos más importantes del cráneo, el esfenoides, integra la silla turca, lugar donde localizamos la hipófisis que es la directora de orquesta de todas las hormonas de nuestro cuerpo. Por tanto a nivel emocional actúa sobre el estrés, ansiedad…