Tratamientos de fisioterapia de calidad en Rivas-Vaciamadrid

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C/ Thomas Edison 4, Rivas
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Lunes a viernes

Antes de hablar de la Terapia Miofascial debemos de responder a la siguiente pregunta.

¿Qué es la fascia?

De forma coloquial, podemos decir que la fascia es como una segunda piel que envuelve todo nuestro cuerpo y posibilita todos sus movimientos, por pequeños que sean. Tiene un papel muy importante en nuestro bienestar, ya que su disfunción puede llegar a causar mucho dolor.

La fascia es un sistema continuo, que se extiende desde la planta de los pies hasta la parte superior de la cabeza y tiene tres capas:

  • Fascia superficial: se encuentra directamente debajo de la piel. Almacena agua y grasa, permite que los nervios la atraviesen y permite que los músculos muevan la piel.
  • Fascia profunda: rodea e infunde músculo, hueso, nervios y vasos sanguíneos a nivel celular.
  • Fascia más profunda: se asienta dentro de la duramadre del sistema craneosacro.

Las restricciones de la fascia pueden ocurrir dentro de cualquiera o todas las capas.

La fascia es un tejido conectivo fibroso de colágeno. Además, une estructuras y permite que se deslicen suavemente unas sobre otras. Las fascias intervienen en la transmisión de fuerzas y tensiones, además de ofrecer protección a las diferentes estructuras.

Por otro lado, es una estructura flexible capaz de resistir grandes fuerzas de tensión unidireccionales. Con el tiempo, si la carga persiste de manera lenta y sostenida, se produce una deformación lenta y retardada. Cuando cesa la carga, la fascia vuelve a su forma original.

Cuando se cargan durante un período de tiempo prolongado, los tejidos se alargan hasta que alcanzan un punto de equilibrio. Si la carga se mantiene, con el tiempo se producirá una deformación crónica.

La fascia puede acortarse, solidificarse y engrosarse. Como consecuencia de esta disfunción fascial, puede aparecer dolor, rigidez, fatiga de los tejidos y reducción del rendimiento y la función.

Las principales causas de la disfunción fascial pueden ser traumatológicas, metabólicas o posturales. Por ejemplo, trabajar demasiadas horas seguidas delante del ordenador, utilizar el teléfono móvil durante largos periodos, un latigazo cervical después de un accidente de tráfico, dormir en una posición incómoda… Todo esto puede estar causando cambios en la red fascial y ello ocasionar patrones compensatorios que generen demasiada tensión en el sistema fascial.

Síntomas de la disfunción fascial

Algunos síntomas que nos indican un problema del sistema fascial pueden ser los siguientes:

  • Pérdida de flexibilidad o función después de una lesión.
  • Dolor continuo de espalda, hombro, cadera o en cualquier área que contenga tejido blando: La tensión de los tejidos restringe el movimiento o desalinea el cuerpo, lo que hace que las personas, por ejemplo, favorezcan y usen en exceso una cadera o un hombro.
  • Otras afecciones tratadas con la terapia de liberación miofascial incluyen síndrome del túnel carpiano, la fibromialgia, trastorno de la articulación temporomandibular (ATM) y migrañas.

¿Cómo podemos evitar la disfunción fascial?

La mejor solución es la prevención y para ello podemos practicar los siguientes hábitos:

  • Debemos evitar los largos periodos de tiempo manteniendo la misma postura. Intentar mantener un estilo de vida activo, evitando el sedentarismo, ayudará al organismo a restablecer su estado.
  • Realizar actividad física recurrentemente.
  • Cuidar la higiene postural durante la jornada laboral, sobre todo si se trabaja sentado y con ordenador, manteniendo la espalda erguida, y el monitor a la altura de los ojos.
  • Realizar una alimentación completa y variada.
  • Mantenerse hidratado.
  • Tener una buena higiene del sueño para conseguir un sueño más descansado y efectivo.

¿Cuál es el tratamiento?

La Terapia Miofascial se enfoca en liberar la tensión y acortamiento muscular. El objetivo de la terapia miofascial es aflojar y estirar la fascia para que ésta y otras estructuras adyacentes puedan moverse más libremente, el cuerpo elimine el dolor y se restablezca el movimiento del paciente.

Al restablecer la longitud y la salud de la red fascial, aparecen mejorías a nivel sensitivo-doloroso y vascular.